Escribe: Monseñor Jorge Concha Cayuqueo,OFM, Obispo Diócesis San José de Temuco
Cada solsticio de invierno, el pueblo mapuche celebra una de sus festividades más importantes: el We Tripantu, o Año Nuevo. Es tiempo de renovación y renacimiento de la naturaleza y en ella, de las personas. El sol con su luz y su calor ya no se aleja más de la tierra, ahora comienza a volver, dando inicio a un nuevo ciclo con el despertar de la vida en la tierra.
Según la cosmovisión mapuche, este es un tiempo sagrado en el que la naturaleza se renueva, los brotes se disponen para emerger y toda la vida recobra fuerza para manifestarse de nuevo con esplendor. Para los mapuches, estos signos de la naturaleza dan cuenta de la vitalidad de la tierra y de la propia conexión con ella. El respeto y cuidado del entorno natural es una enseñanza fundamental transmitida de generación en generación.
Durante esta festividad las comunidades mapuches realizan diversas ceremonias que incluyen el Ngüillatun, en la que dan cuenta de la profunda hermandad con la naturaleza y con los hombres y mujeres de la tierra por lo que agradecen y piden al Chaw Ngünechen. En torno al fuego las familias y comunidades se reúnen para compartir alimentos, historias y tradiciones, en un ambiente de comunión y reflexión. En esta misma línea el We Tripantu es también un momento de introspección, la reconciliación y como resultado obtienen el fortalecimiento de sus vínculos. Las familias y comunidades reflexionan sobre el año que ha pasado, agradecen las bendiciones recibidas y se preparan para enfrentar los desafíos del nuevo ciclo con esperanza y determinación. Es un tiempo para fortalecer los lazos comunitarios y renovar los compromisos con los valores ancestrales.
La detención, reflexionar y reconexión con los tiempos naturales que rigen la vida, les recuerda – es un recordatorio – la importancia de vivir en armonía con la tierra y con los demás, que parte con reconocer el ciclo en el que está la muerte y el renacimiento que sustenta toda la existencia.
Parte del reconocimiento del pueblo mapuche, es reconocer la riqueza de su cultura y en particular de este aspecto fundamental que tiene que ver con la vital relación de los seres humanos con la naturaleza o, para los cristianos, con la creación. Esta relación vital, es necesaria para la sobrevivencia misma de la especie humana, y ha sido vulnerada u olvidada, necia e irresponsablemente, a expensas de un desarrollo materialista, utilitarista y mercantilista exagerado de la tierra que nos sostiene y alimenta, y que no tiene como fin último al ser humano, su felicidad y trascendencia.
Por esto la celebración del We Tripantu es una oportunidad para reconectarnos con la tierra y agradecer los ciclos naturales que sustentan toda la cadena de la vida de la que somos parte. Nos recuerda la importancia del respeto, cuidado y protección de nuestra Casa Común que, siguiendo a San Francisco, es «como una hermana, con la cual compartimos la existencia, y como una madre bella que nos acoge entre sus brazos» (Papa Francisco). Es deber de todos cuidarla y recuperarla. Se necesitan cambios que recobren la armonía en todo orden ecológico a nivel macro y a nivel de acciones que están alcance de nuestras manos, porque todo lo que daña la casa común, también nos daña a todos, siendo los pobres, los desplazados y excluidos quienes más los más afectados. El We Tripantu también nos invita a la renovación, viviendo en armonía con la naturaleza, teniendo en cuenta la sabiduría ancestral, y nos recuerda a todos la necesidad de detenernos, en medio de un mundo acelerado que muchas veces no nos deja vivir bien (el küme moguen mapuche).
El We Tripantu es una celebración de la vida, la naturaleza y la comunidad. Es un tiempo para renovar nuestra relación con la tierra y con los demás, y para celebrar el eterno ciclo del renacimiento que nos recuerda la belleza y la fragilidad de la existencia.