Recientemente, la comunidad de Corazón de María, celebró la vocación religiosa del querido padre Teodoro y por este tiempo en que han sido testigo de la bondad y hermosura de Dios a lo largo de estos 60 años en que el Padre ha compartido con la comunidad parroquial.
“Llegué a Temuco el 9 de Noviembre de 1957. Aquí celebré mi primer aniversario de sacerdote, en este tiempo estoy celebrando 60 años por la misericordia y bondad del Señor. En vísperas de emitir mis primeros votos como religioso, al acabar el año de noviciado en Julio de 1948, el P. Maestro, el Santo P. Toribio Pérez, me llamó a su pieza para comunicarme que había sido aprobado para profesar en la Congregación de Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María. Y añadió: nunca creí que usted iba a concluir el año de noviciado, dados sus antecedentes de mala salud, y añadió, como palabras de buena crianza, se ve que el Señor le quiere para algo. El P. Toribio fue Superior Mayor de dos Provincias Claretianas de España y cuantos le conocieron, que fueron muchos, le tienen por santo. Ese algo, para que el Señor me quisiera, ha sido “ser misionero en Chile”, cosa que no estaba en mis cálculos de joven, pero sí en los del Señor. Y aquí llegué y aquí estoy, no porque he venido, si no porque Dios me trajo y ustedes me han aguantado.
Comencé trabajando en el colegio y, sin dejar nunca el colegio, cuando el 2 de Agosto de 1959 se quemó la iglesia, la comunidad y el internado del colegio, me tocó trabajar duro en la reunión de los recursos para su reconstrucción. Gracias a la ayuda generosa de todo Temuco y de otras poblaciones de buena parte de Chile, que colaboraron con la rifa gigante, tenemos la iglesia actual.
Cuando se creó la parroquia, el 22 de Agosto de 1962, como vicario parroquial, ayudé a formar la comunidad de San Antonio y edificar la Capilla. Tuve mucha colaboración de toda la población y de la Legión de María, en particular. Lo mismo me tocó hacer con la comunidad de Santa Gema, diez años más tarde, y, dieciocho después, la comunidad y capilla de Santa Teresa de Los Andes.
En los años en que presté mis servicios como párroco (1985 – 1989) me colaboraron mucho los profesores del Instituto Claret, como catequistas y charlistas.
Siempre conté con la ayuda de la Legión de María y el entusiasmo de las comunidades. El listado de colaboradores en cada obra es muy largo. A todos ellos les tengo muy presente todos los días en la Santa Misa.
No me queda más que agradecer al Señor y a quienes me han acompañado estos años a realizarme como sacerdote misionero claretiano.
Y….aquí estoy, porque el Señor me envió para cumplir su voluntad hasta que El me llame. Apuro no tengo, cuanto más tarde mejor, más tiempo para servir y merecer”.