En la solemnidad de San José Obrero, monseñor Héctor Vargas Bastidas, presidió la celebración eucarística del día del trabajo, este primero de mayo, en la parroquia Jesús Obrero, del sector de Pueblo Nuevo de la ciudad de Temuco, festividad a la que asistieron Autoridades del Gobierno Regional, encabezadas por el Intendente de La Araucanía, Miguel Hernández Saffirio, dirigentes de la CUT y cientos de feligreses.
[dropcap]M[/dropcap]onseñor Vargas, tras saludar a los trabajadores y trabajadoras y agradecerles por su esfuerzo y abnegación, señaló: “Gracias a diversidad de empresarios, que creen en la empresa como una comunidad de personas y promueven el bien de sus trabajadores al interior de ella, de sus familias y el medio ambiente en el cual viven. Gracias a esos miles de chilenos y chilenas que desde muy temprano, con su esfuerzo, superando muchas adversidades, de manera anónima y silenciosa van tejiendo la historia de este país que queremos y que Dios nos ha regalado y nos ha pedido que lo cuidemos y embellezcamos”.
Se refirió a la situación actual de la economía y las consecuencias en las cifras del desempleo regional, “Las fuentes de trabajo de la región comienzan a escasear y las cifras hablan de un crecimiento del desempleo. Un indicador de ello, es el preocupante aumento del número de comerciantes ambulantes, como de múltiples formas de trabajo informal. Es una clara señal de la angustia de numerosas familias que en medio de su actual situación económica, buscan formas de supervivencia”. Agregando que “Otros, despreciando el valor y grandeza del trabajo digno, buscan obtener un fácil ingreso, mediante el crédito de la delincuencia y múltiples formas de corrupción. Resulta asimismo doloroso cada vez que una fuente de trabajo se cierra, cuando no están todas las oportunidades que favorecen el emprendimiento o cuando el exceso de exigencias y regulaciones termina por ahogar a pequeños, medianos o grandes empresarios. Ese no es el Chile que queremos. Ese es el Chile que tenemos que cambiar entre todos”.
Expresó que el día del trabajo es “Un día para ponernos con más fuerza, manos a la obra para tener un país con más equidad, con más cohesión social, con más sentido de pertenencia, con más sentido de fraternidad”. Manifestó, que ese es el llamado de la Iglesia “Ese es el llamado de Francisco, ese es el llamado de los trabajadores. En efecto, el trabajo en sí mismo, no puede ser un permanente espacio de conflictos, desconfianzas, agresiones e injusticias. Las dramáticas consecuencias de ello nos duelen y nos obligan a reflexionar acerca de la indefensión en la cual se encuentran miles de trabajadores, sus familias y sus sueños, como de jóvenes profesionales”.
El Obispo diocesano, en sus palabras resaltó que la Iglesia a través de su Doctrina Social, promueve el Evangelio del trabajo, “Su anuncio es parte de su misión evangelizadora, faltaríamos a nuestras responsabilidades si no enseñáramos ni promoviéramos la Doctrina Social de la Iglesia y el valor sagrado del trabajador. La actividad laboral es una bendición, porque permite que el hombre y la mujer se desarrollen como persona, contribuyan al progreso de la sociedad, puedan formar una familia, obtener una justa retribución económica, acceder a salud, vivienda y recreación a escala humana y digna y ahorrar lo suficiente para su vejez y tener una pensión suficiente. Duele ver a los muchos trabajadores jubilados, pobres, enfermos, abandonados, maltratados y con pensiones miserables”.
Expresó, lo doloroso que es que muchos chilenos y chilenas a pesar del inmenso esfuerzo que realizan no tienen un trabajo digno, “Es lamentable saber que hay personas que trabajan sin un contrato y en precarias condiciones. Es incomprensible también, que mujeres por el mismo trabajo reciban una remuneración inferior a la del hombre. Esas situaciones son contrarias al querer de Dios porque son contrarias a la dignidad del ser humano. El valor del trabajo radica en que lo realiza una persona. La empresa, por eso, debe ante todo ser una comunidad de personas donde se respete a cada uno por el sólo hecho de ser un ser humano. El hombre vale por lo que es y no por lo que tiene o hace. El trabajo está al servicio de la persona y su familia y no la persona y la familia al servicio del trabajo. Le corresponde a las distintas instancias del Estado mediante adecuadas políticas públicas, promover un adecuado equilibrio entre el trabajo y la familia”.
Señaló además que en la actualidad, muchos trabajadores desenvuelven sus obligaciones en malas condiciones laborales, con horarios extenuantes y poca remuneración,” Ello se debe a que muchos comprenden el trabajo como una mera mercancía que entrega el trabajador (…) En el día de los trabajadores, es bueno volver a repetir que el trabajo de cada ser humano no es una mercancía y por lo tanto, no puede quedar a merced de los vaivenes del mercado ni transarse en él. Podremos decir que Chile será verdaderamente desarrollado cuando el trabajador sea dignificado a través de él y no menoscabado”.
A su vez, ahondó respecto de la estrecha relación entre los ingresos de una persona y por ende de su familia y el nivel educacional que poseen sus miembros, “Ello ha de hacer recapacitar al Estado en el modo como colabora, para que los hijos de los trabajadores de los sectores más pobres puedan recibir una educación tal, que se acorte la brecha con los que más tienen, es decir una educación gratuita y de calidad y que ello no signifique atribuciones del Estado para vulnerar el derecho inalienable de los padres a elegir el tipo de educación que ha de darse a sus hijos. Asimismo, el lugar de nacimiento no puede determinar el destino a una persona, al punto de no poder desplegar los dones que el mismo Dios le ha dado, ya que el Señor los distribuye a todos por igual”.
Fue, muy enfático al referirse que la Iglesia, invita a reconocer la prioridad de las personas por sobre las cosas, la prioridad de la ética por sobre la técnica, la prioridad del trabajo por sobre el capital porque la causa eficiente de todo cuanto se produce es el hombre y su trabajo.” Ello implica que las empresas, que tanto bien hacen entregando bienes y servicios, ennobleciendo la materia, debiesen procurar en primer lugar ennoblecer al que la realiza. Ello sólo será posible si la empresa reconoce que su rol no es sólo producir sino que también generar una cultura de igualdad. El hombre es el elemento decisivo y el principal protagonista de todo cuanto se produce y no el dinero”.
Agregó que “Es contradictorio que muchos se beneficien de los bienes y servicios que la empresa produce y que quienes los han producido se vean ofuscados en su dignidad. Así no basta con procurar más puestos de trabajo sino que también buenos puestos de trabajo. Es por ello que la labor sindical es fundamental y jamás ha de ser mirada con desconfianza sino que como un aliado real del bienestar de todos. Ello a su vez, exige a los trabajadores organizados, buscar también formas que les permitan proteger y hacer progresar su fuente de trabajo”.
Al referirse a la brecha salarial en nuestro país, monseñor Hector Vargas manifestó “Chile es un país que ha crecido mucho económicamente, ello es innegable, pero de la misma manera la brecha de los muchos que tienen muy poco y los pocos que tienen mucho, se ha acrecentado como nunca y muchos hombres y mujeres de trabajo, no pueden vivir adecuadamente con el fruto de su esfuerzo laboral”.
Al concluir sus palabras en la festividad de San José Obrero, patrono de los trabajadores, expresó “Sólo en esta nueva perspectiva de trato y de claridad respecto de que el hombre de trabajo es un fin en sí mismo y no un mero medio, se generarán las confianzas que tanto necesitamos. Confianza que redundará en una sociedad más fraterna, más justa, más a la altura de su creador y del hombre, razón de ser de todo cuanto existe”.
Tras la homilía, el párroco Patricio Trujillo, tras agradecer a nuestro Obispo y a los asistentes, invitó un compartir fraterno.