En el último domingo del mes de Septiembre, se celebró el “Día de Oración por Chile”, en este día, la Santísima Virgen del Carmen es invocada, de manera especial en nuestra Patria, como Madre y Reina de Chile, Patrona y Generala Jurada de las Fuerzas Armadas y de Orden. Títulos que son fruto del reconocimiento especial de la protección de la Madre de Dios a lo largo de nuestra historia. Es una hermosa oportunidad para manifestar nuestra satisfacción y gratitud por esta tierra y por este pueblo.
Como bautizados, somos llamados a proclamar el Evangelio, para responder hoy día a la urgencia evangelizadora de nuestro tiempo, por eso es necesario que despertemos una corresponsabilidad con la misión y evangelización en nuestra diócesis, parroquias, comunidades, familias, recordando la invitación que nos hace el Papa Francisco de ser “Una Iglesia en salida misionera”, todos en oración y misión, así construyendo un “estado permanente de misión”.
La celebración, se inició con la procesión por las céntricas calles de la capital regional, donde delegaciones de las FFAA y de Orden, además de colegios y parroquias, acompañaron a la imagen de la Santísima Virgen del Carmen.
Luego, en el Templo Catedral, el obispo de la Diócesis San José de Temuco, señaló: “En esta ocasión, queremos venerar de manera especial a la Virgen del Carmen, tan ligada a nuestra historia libertaria y como Nación.
Imploraremos su intercesión, para obtener de su Hijo Jesucristo las gracias y bendiciones que tanto anhelamos para nuestra salvación, para tener en El vida verdadera, vida más digna y plena para todos. Es Ella, como Madre del Consuelo, quien nos urge a no olvidarnos jamás de todos quienes sufren en el cuerpo o en el alma. A causa de la falta de amor y de una familia, del abandono y de la enfermedad, del pecado y de la privación de libertad, de la miseria y la exclusión y a comprometernos como Ella lo hizo, con quienes claman justicia y solidaridad y con cuántos cada día se esfuerzan por construir un mundo según el querer de Dios.
Este domingo también, sumándonos a la Iglesia Universal, damos inicio a un mes misionero especial. La celebración de este mes nos ayudará en primer lugar a volver a encontrar el sentido misionero de nuestra adhesión de fe a Jesucristo, que hemos recibido gratuitamente como un don en el bautismo. Y esta vida divina es una riqueza para dar, para comunicar, para anunciar a la sociedad sin excluir a nadie; este es el sentido de la misión. La fe en Jesucristo nos da la dimensión justa de todas las cosas haciéndonos ver el mundo con los ojos y el corazón de Dios.