El Obispo de Temuco, extiende un llamado por medio de la publicación de su columna dominical del 18 de abril, a la unidad de todos los sectores de la sociedad, para ir en ayuda de quienes han sido golpeados por esta pandemia, con sus drásticas consecuencias que perduran.
Debido a la Pandemia, todos sin excepción, deberíamos estar preocupados por la difícil situación que vive nuestra sociedad, como muchas otras naciones, por el impacto devastador del Covid-19, por sus consecuencias y huella social: pobreza, cesantía, empleo precario, bajos ingresos que no permiten que un porcentaje de compatriotas cuenten con lo necesario para cubrir lo esencial y problemas de salud mental en tantas familias.
Ante esta realidad dolorosa que vive su momento más crítico, ningún ámbito de nuestro país debería quedar al margen al urgente llamado de continuar con nuevas fuerzas las diversas campañas solidarias, para apoyar a las familias de mayor vulnerabilidad. Apelamos a la generosidad de todos para que nadie sufra hambre ni frío en estos meses. Ante esta realidad, no podemos permanecer insensibles o quedar paralizados. Todos somos responsables. Nuestro lugar común debería ser estar junto a los pobres y sufrientes, lo que nos podría dar la oportunidad de compartir una misma mirada, a la hora de pensar y diseñar la construcción de una nueva humanidad
Es en este contexto, cuando más necesitamos un país profundamente unido en lo político, económico y social, con una fuerte voluntad de escucha y diálogo entre todos los sectores y liderazgos, conscientes que por fidelidad a Dios y amor a Chile estamos llamados a respetar y cuidar la vida como la dignidad de toda persona. ¡Cualquier interés particular o individual debe estar subordinado a esta misión!. Sin embargo es lamentable observar cada día a través de hechos transmitidos por los medios, tanta odiosidad, división, polarización, insidia, crítica ácida y permanente, descalificación de personas e instituciones, y una falta de rigurosidad en los juicios que suele dañar la verdad.
Todo ello alimentado por el inevitable sesgo ideológico de un año eleccionario. Nada de esto colabora a animar la esperanza de una sociedad sufriente y angustiada, en donde la depresión y enfermedades asociadas van en aumento, y menos aún con variadas situaciones de inusitada, inédita violencia y agresividad. Lo que se requiere es la virtud ética de dejar en un segundo plano diversidad de intereses personales y grupales, en vista de un bien superior, como es el pueblo de Chile y la debida justicia.