El Pbro. Juan Andrés Basly Erices, Administrador Diocesano, aborda en su columna dominical publicada en el diario Austral de la capital regional, la proximidad de la celebración de la Solemnidad de la Inmaculada Concepción, el jueves 08 de diciembre.
En este primer domingo de diciembre, la comunidad cristiana celebra el 2°domingo de Adviento, tiempo especial para que tengamos presente que Adviento viene de adventus, en su forma completa adventus Redemptoris, viene el Redentor. Es el Hijo de Dios, Jesús el Señor, que trae un mensaje de paz y amor.
En la semana que se inicia, los católicos celebraremos la Solemnidad de la Inmaculada Concepción de la Virgen María, el día jueves 8 de diciembre daremos por finalizado el Mes de María, con una solemne Eucaristía en la gruta del cerro Ñielol. Allí serán convocadas todas las parroquias de la ciudad de Temuco, y las demás parroquias de la diócesis, lo harán en sus respectivas ciudades, para expresar su amor y devoción a la Madre del Redentor, mes que comenzó el pasado 8 de noviembre, y que se ha vivido con tanto fervor en las parroquias, comunidades y también en otras instancias eclesiales y también sociales. Por mi parte, agradezco la gran manifestación de amor, aprecio y veneración a la Virgen Madre de Cristo y Madre nuestra.
Después de este preámbulo. Retomo las lecturas bíblicas de este domingo. Se me ocurre comenzar por una pregunta que vengo haciendo estos días: ¿Realmente estoy convencido de que «viene el Señor»?. Lo cantamos repetidamente en estas semanas de Adviento: «Ven, Señor, no tardes». Y hay ya encendidas miles luces en las calles y muchas casas. Y andamos acelerados con las agendas y las compras…. Y el Profeta del Adviento anda dando voces: «Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos», “preparad el camino del Señor, allanad sus senderos”».
En este segundo domingo de Adviento, la convocatoria es acoger el mensaje del evangelio y proseguir preparando el camino al Señor, procurando también la conversión personal y comunitaria. Aquí se nos invita a tener una particular atención al testimonio, ante un mundo que prescinde de Dios y los valores del Reino, que su Hijo hace presente en su persona, Palabra y obras. Celebrar la venida del Señor tiene como óptima preparación procurar en nuestras vidas lo que Él transmite en su enseñanza. Dios quiera que ¡Él nos fortalezca en esta preparación!
Conviene recordar que lo que celebramos los cristianos en Navidad, no es, simplemente, que hace dos mil o más años, nació el Señor en Belén de Judá. No se trata de un simple recuerdo. Es una afirmación de fe: Desde aquella noche en el pesebre, hay un «Dios-con-nosotros», hay un Dios que forma parte de nuestra historia, de nuestros caminos, hay un Dios que vive mi vida conmigo, con el que me puedo encontrar a solas, al que siento, con el que dialogo, y que tiene como misión ayudar a vivir una vida con sentido, que merezca la pena, de la que me pueda sentir orgulloso, en la que consiga ser feliz.
¿Entonces? Juan Bautista nos ha dicho que hay que hacer cambios: «Convertíos, dad los frutos de la conversión». Por eso es necesario encontrar un espacio y un tiempo para que cada uno vea lo que tiene que preparar, cómo tiene que prepararse para que ese desierto deje de serlo, para salir de él, para que el Señor pueda volver a pasar por nuestra vida, y quedarse en ella. Por lo tanto, este tiempo de Adviento debe ser ¿CAMBIO DE ACTITUD O SÓLO DE IDEAS? En un mundo desgarrado por la guerra, el odio y la violencia, hoy más que nunca es necesario volver el corazón a Dios. Un Dios que a pesar de todo sigue creyendo en el ser humano, aunque nosotros demos continuamente muestras de que nos olvidamos de Él.