Este domingo en el evangelio de Juan, Jesús nos da lo que verdaderamente sacia, su Palabra que hace vivir. Esa Palabra es la que nos interpela hoy con el Evangelio de este domingo. Palabra que se ha escuchado seguido esta semana. ¿Cuál es la razón para interpelar? ¿Cuál es la motivación interior y personal de interpelar? Lo primero desde el evangelio de hoy, es que el interpelar busca hacer crecer al otro desde la verdad, desde el respeto y nunca destruirle para imponer mis intereses y/o proselitismo ideológico. El interpelar va de la mano de la verdad, por tanto, cualquier interpelación que no la motive la verdad objetiva y no ideológica, no es interpelación, es manipulación que solo se entiende con la mentira que tiene como padre a Satanás como lo dijo Jesús (Juan 8,44).
Hoy Jesús interpela a Felipe, y no lo expone, lo hace crecer cuando descubre su propia verdad, en el signo de la multiplicación de los 5 panes y los 2 peces. Su limitación de lo que no puede hacer, y si lo puede Dios.
Detrás del diálogo entre Jesús y Felipe podemos entrever las palabras del profeta Isaías: “Aunque no tengáis dinero, ¡venid! Comprad trigo y comed, ¡gratuitamente! (Is 55,1). En este texto profético, bajo la imagen del alimento concedido gratuitamente, Yahvéh invita a Israel a buscar lo que verdaderamente sacia, su palabra que hace vivir y le promete su alianza eterna. También Jesús quiere ofrecer al pueblo el pan que sacia verdaderamente y que da la vida eterna. El evangelista añade, en efecto, que Jesús “sabía lo que iba a hacer” (v. 6). Un “hacer” que no se refiere sólo al milagro de la multiplicación de los panes. Para que toda aquella gente tenga vida, Jesús dará mucho más que unos panes que sacian materialmente. Les ofrecerá las palabras que ha oído del Padre, y su propia persona a través de la muerte. La intervención de Andrés, al igual que la de Felipe, quieren poner de manifiesto la grandiosidad del signo y la impotencia humana (v. 8).
A partir de este domingo se abre en la liturgia de la palabra un amplio paréntesis que nos permitirá escuchar el capítulo 6 del evangelio de Juan, en el cual el evangelista realiza una estupenda reflexión sobre el misterio de Cristo–Pan de Vida, que se encarna en la historia, ofrece su vida por la salvación de la humanidad y se hace presente en medio de la comunidad cristiana en el pan de la eucaristía. En su reflexión se funden admirablemente la meditación eucarística y la reflexión cristológica, el misterio de la encarnación (el pan de Dios que baja del cielo) y el misterio de la redención (el pan que da la vida al mundo). El capítulo sexto del evangelio de Juan inicia con el relato de la multiplicación de los panes, que es uno de los “signos” que realiza Jesús. La acción del Señor, por tanto, tiene un valor simbólico que nos invita a descubrir algo más. En ella se revela el misterio de la gloria de Jesús. A través del hecho exterior estamos invitados a captar un mensaje y una verdad más profunda. El “signo” se vuelve anuncio y catequesis del misterio de Cristo “pan de vida”.
Aprendamos a interpelar como Jesús. Buen Domingo y buen descanso.