Diócesis de Temuco

Emotiva Misa de Exequias del Diácono Carlos Labra Arriagada

En el Templo Catedral de la Diócesis San José de Temuco, el sábado 05 de febrero, se celebró la Misa donde se dio el último adiós al querido diácono, quien por medio del Sacramento del Orden, fue hecho signo e instrumento de Servicio al Orden Episcopal y del Pueblo de Dios.


Don Carlos, casado con su amada Nora, fue  padre de Jaime, Rodrigo y Angélica, sus amados hijos, además fue un dedicado docente con una gran vocación.

La ceremonia, que presidió el Padre Patricio Trujillo Valdebenito, Párroco de Jesús Obrero de Temuco, fue testimonio con diversas expresiones de gratitud al Señor por el don de la vida diaconal de su siervo, y una súplica confiada de que participará en el banquete celestial, del que tantas veces participó por medio de la Eucaristía en la tierra, donde con mucha solemnidad, tres signos marcaron esta liturgia fúnebre, la luz del cirio pascual, donde cuyo resplandor de esta luz ilumine nuestras tinieblas y alumbre el camino de esperanza. También, la Estola y Dalmática, donde » revestido de gloria en tu presencia, celebre con tus santos eternamente» y el Evangeliario » Que nuestro hermano Carlos, diácono, que tuvo en este mundo la misión de proclamar el Evangelio de Cristo, goce ahora contemplando, cara a cara, aquella misma verdad que, cuando vivía en este mundo, anunció solemnemente a sus hermanos».

Fue así que en el último adiós y encomendación, se brindó emotivas palabras a nuestro hermano Carlos, quien ya duerme en la paz de Cristo, «Que nuestra oración encomiende a nuestro Hermano Diácono Carlos, en las manos del Padre celestial, con la intercesión de María, la Madre del Señor».

En la despedida, el retiro de la estola la realizaron sus  hermanos diáconos Víctor Cuevas y Manuel Ceballos, que se ordenaron junto a él, y entregaron a sus hijos, como recuerdo de su servicio y ministerio por más de 22 años a nuestra Iglesia. Luego, el féretro se asperjo, donde el agua es derramada sobre el cuerpo del hermano diácono, momento especial que recuerda que en el bautismo fue hecho miembro del cuerpo de Jesucristo, » Dale, Señor,  el descanso eterno, y brille para él la luz perpetua».