Escribe: Monseñor Jorge Concha Cayuqyeo, OFM, Obispo Diócesis San José de Temuco
El 7 de octubre recién pasado comenzó la última etapa del largo y cruento conflicto en Tierra Santa, entre Israel y el pueblo Palestino; a un mes de comenzada esta etapa ya van alrededor de 12 mil muertos; la inmensa mayoría de ellos, gente inocente, mujeres y niños. El lunes 6 de este mes, en Coronel, Región del Bio Bio murieron 14 personas a raíz del incendio que consumió la improvisada vivienda de familias inmigrantes; murieron 8 niños, de entre 4 y 13 años, y 6 adultos. Entre tantos hechos de violencia que conmueven, signos de dolor, de muerte y oscuridad, el país ha sido sede de un gran evento deportivo que incentiva, junto al deporte, la amistad y la fraternidad entre los pueblos de todo el continente americano. En este contexto de contrastes, la Teletón resplandece como el gran evento de solidaridad, en favor de la vida y nos recuerda que el amor es más fuerte, que la luz vence a la oscuridad, que la amistad y la fraternidad son posibles. Esta gran iniciativa, dedicada a la rehabilitación de niños, niñas y jóvenes con capacidades diferentes, ha calado hondo en el corazón de nuestra sociedad.
Desde sus inicios en 1978, cuando la primera Teletón vio la luz en América, este maratón benéfico se ha convertido en un faro de esperanza. No solo ha transformado vidas, sino que también ha irradiado su impacto positivo a nivel internacional, inspirando a otros países a seguir este loable ejemplo.
En este gran esfuerzo colectivo, cada donación, cada gesto de apoyo, contribuye al mejoramiento de la calidad de vida y al desarrollo de la capacidad de aquellos que enfrentan desafíos extraordinarios. La Teletón no sólo es una gran muestra televisiva, es una invitación a la solidaridad y a la inclusión. Esta gran maratón de tantos años también nos enseña que el liderazgo positivo y perseverante es fundamental, es capaz de convocar y unir en torno a un gran objetivo bueno para todos.
La Teletón ayuda a niños, niñas y jóvenes en procesos de rehabilitación; a través de los diversos centros, proporciona apoyo especializado que es determinante para ello, con médicos, enfermeras, kinesiólogos entre otros. La mantención de estos centros es vital, y el compromiso diario de profesionales contribuye a la inclusión social, un mandato que nos llama a ayudar siempre.
La Teletón es un esfuerzo nacional, un signo de vida y de solidaridad, que nos muestra que objetivos de inclusión son necesarios en nuestra sociedad. En este compromiso, se destaca la importancia de brindar apoyo a quienes necesitan ayuda para desarrollar sus capacidades y superar obstáculos. La colaboración persistente es clave en este camino.
La generosidad que hace posible esta gran obra de amor y de paz tiene un impacto positivo en muchas direcciones y, a pesar de tantos hechos dolorosos que también nos impactan, nos ayuda a mirar con esperanza el caminar de Chile.