Diócesis de Temuco

Monseñor Héctor Vargas  “ Las urgencias para una pedagogía del encuentro”

En un nuevo aniversario patrio, el Templo Catedralicio de la ciudad de Temuco, celebró el Te Deum de Acción de Gracias, ceremonia donde la Iglesia agradece y pide a Dios por nuestra patria, en presencia de las más altas autoridades de la región de La Araucanía.

Fue así, que monseñor Héctor Vargas Bastidas, obispo de la Diócesis San José de Temuco, señaló : “Todos sin excepción nos unimos en la oración con el compromiso de trabajar juntos en construir un país mejor, más justo, más feliz y en paz., sobre todo para los pobres y sufrientes. Sólo si nuestra mirada parte desde ellos, al proyectar el futuro Chile y Región, y construir su porvenir, tendremos la certeza de marchar hacia un país mejor, más integrado, más justo y solidario, y por ello cuidadoso del bien común”.

Agrego: “Sin embargo, vivimos una sociedad compleja, en un mundo globalizado, donde conviven grupos de personas con intereses divergentes, visiones diferentes, historias no compartidas, grupos de personas que viven en realidades que no se encuentran cara a cara, pero cuyas acciones u omisiones tienen consecuencias. En el Chile de hoy, observamos de hecho violencia cotidiana, “crispación” no solo en la política, sino  en diferentes espacios de la convivencia diaria. Este gradual deterioro de la amistad cívica, que nos va fragmentando, se instala en nuestra forma de vivir, de actuar y proceder. Poco a poco las diferencias se transforman en sinónimos de hostilidad, amenaza y violencia”.

Al respecto, se refirió a la búsqueda del bien común y al diálogo “… quisiéramos ahondar en un par de principios  que pueden  inspirar nuestro discernimiento para avanzar en lo recién expresado, y  que se podría denominar como la urgencia de una “pedagogía del encuentro”.

El desafío del bien común

Las exigencias del bien común están estrechamente vinculadas al respeto y a la promoción integral de la persona, de sus derechos fundamentales y al bien de la creación.  El bien común exige ser servido plenamente, no según visiones reductivas subordinadas a las ventajas que cada uno puede obtener, sino en base a una lógica que asume en toda su amplitud la correlativa responsabilidad.

El desafío del diálogo

En vista a situaciones complejas de tipo político, económico, social e ideológico, que vivimos como país, debiéramos plantearnos todos, el tema del diálogo, justamente como camino privilegiado para la superación de situaciones de crisis.

El único modo de eternizar un conflicto, es cerrando filas entre los iguales, que comparten la misma visión de mundo, con idénticas actitudes e iguales formas de acción. Así, los anhelos y esperanzas, dolores y angustias de la otra parte, o del resto de la sociedad, arriesgan quedar postergados. La entera y diversa sociedad, no es una suerte de botín, del cual se pueda libremente disponer desde instancias de elite o luchas de poder.

Tras estas palabras, monseñor Héctor Vargas, se refirió a esta lógica del bien común y del diálogo, y planteó algunos de los temas, que están puestos en el debate nacional:

La urgencia del tema migratorio

Debemos constatar con dolor que también hoy, conflictos violentos, desequilibrios económicos y sociales no cesan de lacerar la humanidad. En Chile es común responsabilizarlos de quitar trabajo, traer enfermedades y delincuencia, copar los beneficios sociales y atenciones de los servicios públicos, etc.

El problema no es el hecho de tener aprehensiones. El problema es cuando esas dudas y temores, condicionan nuestra forma de pensar y de actuar hasta el punto de convertirnos en seres intolerantes, cerrados y quizás, sin darnos cuenta, incluso racistas. La actitud hacia ellos constituye una señal de alarma, que nos advierte de la decadencia moral a la que nos enfrentamos, si seguimos dando espacio a lo que Francisco llama la cultura del descarte. De hecho, por esta senda, cada sujeto que no responde a nuestros “cánones” del bienestar físico, mental y social, corre el riesgo de ser marginado. El mundo actual es cada día más elitista y cruel con los excluidos, fruto de  la globalización de la indiferencia.

La urgencia de una ecología integral

La comunidad científica afirma que el ritmo de consumo, desperdicio y alteración del medio ambiente ha superado las posibilidades del planeta, de tal manera que el estilo de vida actual, por ser insostenible, terminará en catástrofes, como de hecho ya está ocurriendo periódicamente en diversas regiones y en Chile.

Lo anterior, debería cuestionar fuertemente el tipo de desarrollo que hemos venido impulsado, y nos exige preguntarnos acerca de la calidad humana y ambiental de nuestro progreso científico, económico y tecnológico.

Las comunidades indígenas nos iluminan también en esto. Para ellos, la tierra más que un bien económico, es ante todo un don de Dios y de los antepasados ​que descansan en ella, un espacio sagrado con el cual necesitan interactuar para sostener su identidad y sus valores.

La urgencia de hacerse cargo de la violencia

Es un fenómeno de mil rostros a nivel global, y objeto de debate también en Chile, y que a diario, mediante acciones criminales dispone arbitrariamente de la vida de personas, atropella los derechos de la población, y tiende a imponer la privación de la libertad social. Cuando ésta es organizada, por la razón que sea, da lugar a una estructura de violencia éticamente inaceptable. Como afirmó Francisco en Temuco: “la violencia, hasta la causa más justa, la trasforma en una mentira”.

Por ello, debemos recordar que la autoridad legítima debe contar y emplear todos los medios democráticos, justos y adecuados para la defensa de la convivencia pacífica de la ciudadanía, y en el estricto respeto a los derechos humanos de todos, camino necesario para la paz. Urge contar además con una renovada institucionalidad al respecto, de acuerdo a los estándares internacionales.

La urgencia de una concepción integral del trabajo

Como sociedad toda, debemos estar disponibles para sumarnos a esa mentalidad de cuidado, inclusión y verdadero desarrollo humano. Alentamos a su vez a las autoridades, al mundo público y privado y a las organizaciones que se ocupan del trabajo,  a que continúen abordando la cuestión del trabajo en toda su complejidad. ¡Necesitamos, en efecto, personas e instituciones que defiendan la dignidad de los trabajadores, la dignidad del trabajo de todos y el bienestar de la tierra, nuestro hogar común!. Que coloque al ser humano en su centro, y con voluntad política para enfrentar y profundizar desde un mirada integral, el valor del trabajo, su significado y auténtica finalidad.

La urgencia de la nueva institucionalidad indígena

Por razones históricas, de trato y de justicia y acogiendo un sentir mayoritario de la Región, se hace del todo necesario avanzar en la concretización de una nueva institucionalidad indígena, que viene proponiéndose desde hace mucho tiempo, sobre todo en algunos proyectos de ley que se encuentran en el Congreso,  como son el Ministerio de Pueblos  y el Consejo de Pueblos y a los cuales confiamos pueda sumarse el del Reconocimiento Constitucional.  Exhortamos a que sean tramitados a la brevedad posible, toda vez que esta larga espera no se condice con los compromisos de sucesivos gobiernos.

 

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