Bendecidos por el Señor, hemos llegado al último día y domingo del año civil, 31 de diciembre. Como comunidad cristiana, junto con celebrar el domingo Día del Señor, tenemos presente igualmente a la Sagrada Familia de Jesús, María y José. Es hermoso recordarlos en medio del Tiempo de Navidad, que se prolonga hasta el lunes 8 de enero, con la fiesta del bautismo de nuestro Señor.
En este nuevo año que empieza, les invito a que seamos hombres y mujeres capaces de ser puentes de esperanza, de diálogo, para ser verdaderos constructores de paz. Es una tarea urgente, que cada cristiano y hombres de buena voluntad, construyan siempre puentes de diálogo con los demás, y no muros de rencor, ni de violencia.
Este Nuevo Año es un espacio para emprender “la revolución” de la “alegría de la Evangelización”, que significa imitar el amor de Cristo que libera y da verdadera felicidad para superar las divisiones, los personalismos y el individualismo.
Recordando al Papa Francisco, en unos de sus tantos mensajes, que les decía a los fieles que le escuchaban en la Plaza de San Pedro: “Sean agradecidos porque, con ‘la gratitud’, el mundo se vuelve mejor y se eliminan la violencia y las guerras”.
En este último día del año, ofrezcamos una oración de acción de gracias para desear un Año Nuevo que sea muy bendecido por Dios. En un mundo dividido, por las discordias y las guerras, estamos llamados a trabajar por la paz, para ello debemos ser positivos, y a alentar el cese de la violencia y mantener la paz en nuestros pensamientos, pues la paz requiere «gestos concretos», como perdonar a los demás y promover la justicia. La paz, además, se construye con el diálogo entre generaciones, con la educación y con el trabajo. «Sin estos tres elementos que son los cimientos claves», para buscar la paz. «No sirve abatirse y quejarse, sino hay que arremangarse para construir la paz», afirmó el papa Francisco (17 de diciembre de 2020).
La paz es urgente; son tantos hombres y mujeres, niños y ancianos a los que se les niega la dignidad, la integridad física, la libertad, incluida la libertad religiosa, la solidaridad comunitaria, la esperanza en el futuro, con estas guerras que dañan la vida de los pueblos hermanos. Todos ellos, “víctimas inocentes que cargan sobre sí el tormento de la humillación y la exclusión, del duelo y la injusticia”.
¿Cómo construir un camino de paz? ¿Cómo romper la lógica morbosa de la amenaza y el miedo? ¿Cómo acabar con la dinámica de desconfianza que prevalece actualmente?” Este deberá ser nuestro compromiso de salvaguardar los derechos de cada uno, especialmente si es débil o marginado. Para este Nuevo Año, pensemos en estos días en la ¡Paz! Necesitamos la paz. ¡Queremos la paz! Y recordemos las palabras del Papa Francisco en Temuco: “Estamos llamados a ser artesanos de la paz”. Tal como el Señor les dijo a sus discípulos “Mi paz les dejo, mi paz les doy”. Hoy, quiere que nosotros la hagamos realidad.
¡Les deseo un bendecido Año Nuevo!
+Jorge Concha Cayuqueo, Obispo Diócesis San José de Temuco