Diócesis de Temuco

Un banquete que crea comunidad y prolonga a Cristo

«La Eucaristía es un signo sensible de la acción salvadora de Dios», palabras del mensaje que Monseñor Jorge Concha Cayuqueo, Obispo de la Diócesis San José de Temuco, entrega en el día de Corpus Christi en su columna dominical.

Hoy celebramos la fiesta solemne del Cuerpo y la Sangre de Cristo,que comenzó a celebrarse desde el año 1246 en la ciudad belga de Lieja y fue extendida luego a toda la Iglesia occidental por el papa Urbano IV en 1264, para proclamar la fe en la presencia real de Jesucristo en la Eucaristía. Era preciso reafirmar así la adhesión a esta verdad de la fe, con el fin de contrarrestar los planteamientos de quienes en aquella época negaban dicha presencia real y enseñaban que el pan y el vino consagrados en la Eucaristía eran, simplemente, un símbolo conmemorativo de la última cena del Señor.

Le invito a reflexionar sobre lo que significa y debe significar para nosotros la Eucaristía, a la luz de las lecturas bíblicas de este domingo (Deuteronomio 8, 2.3.14b-16a; I Corintios 10, 16-17; Juan 6, 51- 58), en el cual reafirmamos nuestra fe en la presencia real de nuestro Señor Jesucristo en las especies consagradas del pan y del vino.

La Eucaristía es sacrificio y sacramento. Como sacrificio, la Eucaristía es el memorial que no sólo recuerda, sino que además actualiza el misterio pascual de la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo, nuestro Redentor, quien se ofrece a Dios Padre como el cordero pascual que carga sobre sí el pecado del mundo y se entrega a sí mismo en la cruz para salvarnos y darnos vida eterna.

Como sacramento, la Eucaristía es un signo sensible de la acción salvadora de Dios por medio de su Hijo Jesucristo resucitado, su Palabra hecha carne que nos alimenta espiritualmente al comunicarnos su propia vida y que por la acción del Espíritu Santo nos une en comunidad.

También la Eucaristía es presencia real de Cristo resucitado. La presencia de Cristo en la Eucaristía no es aparente, es real. Pero esta realidad no es la de un fenómeno material verificable por los sentidos o por una experimentación físico-química, sino la de un misterio de orden espiritual, sólo captable por la fe.

Corpus Christi es un día sacramental, eucarístico. Junto con el Jueves Santo, evoca el significado de la Última Cena de Jesús con sus discípulos. Por eso, es el día de la Eucaristía y de la Caridad, es decir, del Amor convertido en gesto solidario, en servicio, en oblación.

Corpus Christi es el día en que se motiva, de manera especial, el compartir de bienes porque la “propiedad privada”, radicalmente entendida, no va con el modo de ser cristiano. Nosotros los cristianos rezamos en plural: “Danos hoy nuestro pan de cada día”. El pan, símbolo del alimento necesario en la mayoría de las culturas, es un derecho que no se puede negar a nadie. Sin embargo, la realidad nos pone en evidencia, hay un número inmenso, demasiado grande, de personas sin el “pan de cada día”. Un discípulo que se ha sentado a la mesa con Jesús, no puede rezar el Padre nuestro como el que oye llover.

La mentalidad del auténtico cristiano es muy clara, desde el principio se nos dice: El amor se demuestra amando a los hermanos. El Maestro nos lo manda hacer con toda claridad: “Dijo Jesús a sus discípulos, dadles vosotros de comer”. Es decir, podemos resolver entre todos las necesidades que acontecen si practicamos la solidaridad. Cuando se comparte no hay miserias, ni hambrunas, ni víctimas inocentes por la interminable pandemia del hambre; al contrario, la generosidad hace milagros, y cuando compartimos descubrimos una fuerza interior que multiplica nuestra vida y nos llena de alegría y libertad. ¡Bendecido domingo!