Diócesis de Temuco

 “O’Higgins ejerció una influencia continental, ya que llegó al firme convencimiento de que el Nuevo Mundo estaba en la necesidad de afirmar, por sí mismo, su propio destino republicano”.

Don Roberto Arancibia Clavel, asegura que  en sus innumerables obras y proyectos se puede percibir el influjo europeo: la atracción por el mar, la libertad de culto, su amor por el campo, las ideas de libre comercio, la igualdad y la libertad como principios básicos de gobierno, la importancia de la colonización extranjera sus ideas avanzadas en educación, su inocultable admiración por el Imperio Británico y la aplicación de sus modelos, su incansable búsqueda del orden, su concepto antimonárquico, sus ideas sobre representatividad en un congreso.

Al tomar el mando del nuevo Estado, narra don Guillermo Feliu Cruz, O´Higgins recibe un montón de escombros. Todo está deshecho. La agricultura en ruinas; la industria perturbada; la organización social rota en dos tendencias: la patriota y la realista; el orden moral y religioso quebrado en esas mismas dos tendencias; un grupo de hombres tímidos – los eternos indecisos – esperan. No hay con que pagar el Ejército ni la administración. El bandidaje ha cundido en los campos…. He aquí que la voluntad del vencedor de Chacabuco se sobrepone a la miseria, a la angustia, a esa ruina. Es por ello que Don Bernardo en carta a Miguel Zañartu proclamaba: Estáis hartos de gloria y de triunfos; ahora necesitáis instituciones y leyes.Agrupando parte de dichas disposiciones se destacarían las principales preocupaciones por la Justicia, la dignidad nacional y el desarrollo de la cultura.

Lo que los próceres de la Patria Vieja concibieron como un sueño político, para Julio Heise González, O’Higgins lo va a transformar en una empresa cultural: reconstruir el mundo hispano colonial sobre nuevos valores espirituales. En la solución de este problema radicaba el destino de la Patria. Como todo Libertador, O’Higgins ofrece en su persona la tragedia de una época de cambios, de antítesis y de choques. Es testigo y al mismo tiempo protagonista de una crisis. Se ha roto el orden social hispánico y empiezan a surgir nuevas fuerzas políticas y económicas. Pero al mismo tiempo invitó a sus conciudadanos a respetar muchos valores coloniales que, aún seguían plenamente vigentes.

Para don Renato Valenzuela Ugarte, sólo al Libertador chileno le fue posible crear una sólida organización republicana y democrática, porque defendió con dignidad y tenacidad sus convicciones. O’Higgins ejerció una influencia continental, ya que llegó al firme convencimiento de que el Nuevo Mundo estaba en la necesidad de afirmar, por sí mismo, su propio destino republicano.

Según don Jaime Eyzaguirre, hacia el fin de la vida, su espíritu, templado en el yunque implacable de los desengaños, había ido familiarizándose más y más con las cosas eternas y su mirada sobrepasaba las contingencias del mundo.  Su alma alivianada se volvía a Dios de manera vital. Ingresa a la Orden Tercera Franciscana. A diario en La Merced leía el Evangelio con unción y no faltaba a la novena de la Virgen de Dolores. En su dormitorio ha hecho improvisar un altar, donde todas las mañanas se dice la misa.  Con la mañana del 23 de octubre  llegaba el último instante y reclamó tranquilo su mortaja. Y cuando sus manos tocaron el rústico sayal de San Francisco, dijo con unción: «Este es el hábito que me envía mi Dios»… «¡Magallanes!», exclama de súbito.