Diócesis de Temuco

Columna dominical de Monseñor Héctor Vargas Bastidas, publicada en Diario Austral, 24 de marzo 

Columna dominical de Monseñor Héctor Vargas Bastidas, publicada en Diario Austral, 24 de marzo 

 

Obispo de Temuco “Peligrosas cegueras”

 

El Evangelio tiene parábolas cortas, con las cuales Jesús quiere mostrar a sus discípulos el camino para vivir sabiamente. Con la pregunta: «¿Puede un ciego guiar a otra persona ciega?» ( Lc 6,39), quiere enfatizar que un guía no puede ser ciego, sino que debe ver bien, es decir, debe poseer la sabiduría para guiar sabiamente, de lo contrario es probable que cause daño a las personas. Así, Jesús llama la atención de aquellos que tienen responsabilidades educativas o de mando: pastores de almas, autoridades públicas, legisladores, maestros, padres, líderes sociales, instándoles a que sean conscientes de su delicado papel y a discernir siempre el camino correcto por el cual liderar personas y ámbitos de la sociedad.

Es una invitación a seguir su ejemplo y su enseñanza para ser guías seguros y sabios. Y esta enseñanza está contenida sobre todo en el Sermón del Monte. En el pasaje encontramos otra frase significativa, la que nos exhorta a no ser presuntuosos e hipócritas. Así dice: «¿Por qué miras la paja en el ojo de tu hermano y no notas la viga que está en el tuyo?» (V.41). Muchas veces, todos sabemos, es más fácil o más conveniente ver y condenar las faltas y los pecados de los demás, sin poder vernos con la misma lucidez. Siempre escondemos nuestras faltas, también las escondemos de nosotros mismos; en cambio, es fácil ver las faltas de los demás.

La tentación es manga ancha con uno mismo y muy duro con los demás. Siempre es útil ayudar a otros con consejos sabios, pero mientras observamos y corregimos los defectos de nuestro prójimo, también debemos estar conscientes de tener defectos. Si creo que no los tengo, no puedo condenar o corregir a los demás. Todos tenemos defectos: todos. Tenemos que ser conscientes de ello y, antes de condenar a los demás, debemos mirarnos dentro. Así, podemos actuar de manera creíble, con humildad, dando testimonio de la caridad.

¿Cómo podemos entender si nuestro ojo está libre o si está bloqueado por una viga? Todavía es Jesús quien nos dice: «No hay un árbol bueno que produzca frutos malos, ni hay un árbol malo que produce frutos buenos». Porque cada árbol es reconocido por su fruto «(vv.43-44).  De hecho, el que es bueno saca el bien de su corazón y boca, y el que es malo saca el mal, practicando el ejercicio más perjudicial entre nosotros, que es atacar, difamar, denigrar, a los demás, ya sea por venganza, envidia, soberbia, competitividad, o por no coincidir con sus formas de pensar y actuar.  Esto destruye la familia, la escuela, el lugar de trabajo, el vecindario, Instituciones, amenazado la paz social y el avance en la auténtica justicia  para todos.  Las guerras comienzan en el lenguaje, siguen la intolerancia y la imposición tiránica de la propia verdad como única.  Pensemos un poco en esta enseñanza de Jesús yen el camino cuaresmal que nos esforzamos en seguir, tratemos de corregirnos al menos un poco: nos hará bien a todos, en especial a la Región