La sinodalidad, significa hacer juntos un camino, donde es necesario que todos nos respetemos, escuchemos, aportemos y nos comprometamos con la misión de la iglesia, es parte del mensaje que el Pbro. Ariel Valdez Opazo, miembro del Colegio de Consultores de la Diócesis San José de Temuco, invita a este proceso sinodal que vive la Iglesia en estos tiempos y fue publicado en la columna dominical en el Diario Austral el 22 de mayo.
El papa Francisco ha convocado para el año 2023 en el mes de octubre a un Sínodo para los obispos del mundo, titulado “Por una Iglesia sinodal: comunión, participación y misión”, este sínodo se encuentra situado en el camino al gran Jubileo de la Redención el año 2033. En este proceso de sinodalidad, todas las iglesias particulares se encuentran en asambleas dialogando y discerniendo los elementos que puedan ser aportes para el sínodo, pero también en el camino de la renovación de nuestra iglesia.
La sinodalidad, significa hacer juntos un camino, donde es necesario que todos nos respetemos, escuchemos, aportemos y nos comprometamos con la misión de la iglesia. El mundo en el que vivimos, exige de nuestra Iglesia el fortalecimiento de las sinergias en todos los ámbitos de su misión, pues Dios espera una Iglesia sinodal para el tercer milenio.
El término sinodalidad no se encuentra explícitamente en la enseñanza del Concilio Vaticano II, pero si se puede afirmar que la instancia de la sinodalidad se encuentra en el corazón de la obra de renovación promovida por él. Nuestra iglesia diocesana de Temuco con la ayuda del Espíritu Santo, ha estado empapada de un proceso de sinodalidad, ya que el año 1968 inmediatamente después del Concilio Vaticano II, tuvimos la gracia de celebrar el primer sínodo diocesano junto al obispo de aquel momento Mons. Bernardino Piñera, donde se suscitaron nuevas instancias pastorales con estructuras sinodales como las Comunidades Eclesiales de Base (Centros Bíblicos), ministerios conferidos a Laicos(as), diaconado permanente, pastoral orgánica, etc. Posteriormente, el año 1994-1995 celebramos el segundo sínodo diocesano junto a quien fuera obispo de nuestra diócesis en ese tiempo Mons. Sergio Contreras Navia, donde el lema era “Con Cristo caminamos al Tercer Milenio”. Luego, el año 2006 celebramos la Asamblea post-sinodal a 10 años del Segundo Sínodo.
La enseñanza de la Escritura y de la tradición, atestigua que la sinodalidad es dimensión constitutiva de la Iglesia y se vive al servicio de la misión, “la iglesia existe para evangelizar, todo bautizado es convocado para ser protagonista de la misión porque todos somos discípulos misioneros”.
Una Iglesia sinodal es una Iglesia participativa y corresponsable, ya que en el ejercicio de la sinodalidad estamos llamados a articular la participación de todos, según la vocación de cada uno.
Solo en el horizonte de la sinodalidad podemos renovar realmente la pastoral y adecuarla a la misión de la Iglesia en el mundo de hoy; sólo así podemos afrontar la complejidad de estos tiempos e iluminarlos con la Gracia del Evangelio de Jesucristo.