Diócesis de Temuco

“Preparen el camino al Señor, enderecen sus senderos” (Mc 1,3)

                                                                 

Escribe: Mons. Jorge Concha Cayuqueo, obispo Diócesis San José de Temuco

En este domingo la comunidad cristiana celebra el 2° de Domingo de Adviento. El viernes recién pasado 08 de diciembre- hemos celebrado con gran alegría la solemnidad de la Inmaculada Concepción de la Virgen María, concluyendo, así el Mes de María, en gruta que está a los pies del cerro Ñielol. Miles de fieles manifestaron su fe, su amor y su gratitud a la Madre Jesús, con una asidua participación en la Eucaristía. ¡Que Ella nos custodie también a nuestras queridas familias proteja a Chile, y a nuestra región e interceda por los que sufren y sea para nosotros en el camino de nuestra vida motivo de gran esperanza!

Vivir es caminar. Todo ser humano ha nacido para andar y progresar. No esforzarse por caminar pude resultar cómodo, pero es engañoso. Caminar es causa y consecuencia de que tenemos ganas de vivir.

En el hoy de la Iglesia nos puede resultar chocante “preparar el camino al Señor” cuando Él ya ha venido. Sin embargo, es posible que no haya podido hacer el recorrido completo en “nuestro propio camino” porque en algún momento hemos abierto una zanja o hemos echado demasiados escombros en el camino, intentando impedir su paso. 

Preguntémonos sinceramente: ¿Nunca le hemos cerrado el paso al Señor? Él, es tan respetuoso con nuestra libertad, que no puede llegar hasta nosotros si no se lo facilitamos, es decir, si no allanamos los senderos.

Frecuentemente los seres humanos complicamos la vida en exceso: ponemos barreras a la comunicación y, también, a la relación con Dios. Puede incluso ocurrir que, cuando nos demos cuenta haya tanta barrera acumulada que nos impida ver con claridad el futuro.

Hoy, que valoramos tanto la ecología y la comunicación, tiene aún menos sentido poner barreras y echar escombro donde no se debe… Si esperamos una tierra nueva, eso será posible, solamente, por nuestro cuidado exquisito hacia todo lo que nos rodea, comenzando por la fraternidad. Esto en cristiano se alcanza por la conversión del corazón y el cambio de mentalidad. 

El Señor es paciente como el que más: “No quiere que nadie perezca”. Pero si nuestro mundo y nuestra sociedad se desintegran, no podemos, ni debemos echar la culpa a Dios… 

Él es como el buen pastor que nos lleva en brazos. Nuestra labor y compromiso es cuidar nuestra historia personal y comunitaria para hacer que brote “una tierra nueva” llena de justicia= Evangelio.

Por lo tanto, cuando se nos invita, cada Adviento, a: “preparar un camino al Señor”, ¿a qué nos suena? Yo creo que es una llamada a convertir nuestro caminar de experiencia básica como seres humanos por las rutas de la vida; en caminos de humanidad, por donde las personas, desorientadas por la niebla de: la pobreza, la enfermedad, la soledad… encuentren la forma de llegar hasta el centro de su propia experiencia de dolor y también de gozo, acompañados por la comunidad cristiana que vive en y para “El Camino”, que lleva a Belén.