“Al Padre Juvenal lo conocí siendo niño en el 78 – 79 por ahí en la parroquia Espíritu Santo, en la comunidad San Andrés de la Población Llaima. Un hombre muy llamativo en su forma de ser, en esos años en su forma de vestir, de repente aparecía con pantalones rojos, con distintas cosas que eran propias de su persona; un hombre muy convencido de lo que predicaba, muy creíble en lo que anunciaba en torno a la persona de Jesús, en torno al Evangelio, muy claro, muy directo y muy sencillo al mismo tiempo, de hecho a él no le gustaba mucho de repente que la gente lo conociera como el Padre Juvenal, sino que solamente como Juvenal, porque él entendía que la gente de esa manera se portaban más como son y no como estando delante del “padrecito” y él quería conocer a la gente y estar con la gente como la gente era y él también era muy franco, muy directo para decir las cosas, de repente a algunas personas les parecía un poco chocante, un poco fuerte en su manera de ser, pero muy directo, muy sencillo, buscaba maneras muy extrañas de repente para algunos de explicar cosas muy profundas y que en el común de la gente o la gente más simple, les quedaban más claras, eran más comprensibles.
Fue muy amigo de mi familia, muy amigo de mi papá, con él conversaban muchas cosas, mi papá siendo un hombre bueno, no era un hombre católico por decirlo así, la más católica era mi mamá y de repente juntos se ponían de acuerdo como para hablar de la Iglesia y aparentemente en contra de la Iglesia, pero por mejorar un poco lo que era la Iglesia, la institución, para hacerla más creíble hacia el mundo.
También Juvenal era un hombre que creía mucho en el protagonismo laical, en que los laicos deben construir la Iglesia, por lo mismo, trabajaba fuertemente lo que eran las comunidades eclesiales de base; yo creo, que era uno de los primeros sacerdotes que yo conocí, que entendía plenamente, que la parroquia es una comunidad de comunidades, no es una sede, la sede parroquial puede ser eso, pero la parroquia es una comunidad de comunidades, entonces él trabajaba fuertemente lo que son las comunidades eclesiales de base y junto con eso, el protagonismo de los laicos en las comunidades; se acercaba a la gente, las formaba, los acompañaba, estaba con las comunidades siempre que se lo pedían.
Un hombre muy cercano, un hombre, como decía, muy amigo de sus amigos; además, yo personalmente, siempre lo encontré una persona muy, muy inteligente, muy preparado, daban muchas ganas de conversar con él muchas veces y cuando me visitaba, nos quedábamos largas horas, a veces, a las 4 – 5 de la mañana conversando, discutiendo, dialogando, no estando siempre de acuerdo, pero siendo capaces de conversar, siendo capaces de dialogar y discutir, sin por eso nunca quedarnos peleados; era un hombre muy cercano, un gran amigo, una persona muy clara para decir lo que pensaba. Hay muchas cosas que se dicen de Juvenal, que yo las conversé muchas veces con él y no siempre fueron tan así como la gente las contaba; de repente cuando conversaba con Juvenal, Juvenal me decía “no, eso yo nunca lo hice” y otras cosas me decía “sí”, me las explicaba y me daba un contexto y se entendían un poquito más las cosas que él realizaba, que él decía o que él hacía. En las parroquias donde yo he estado y donde había pasado Juvenal siempre había gente, siempre y mucha gente que lo recordaba con mucho cariño, con mucho amor, con mucha cercanía y siempre uno viendo personas que él había preparado, laicos muy comprometidos con la Iglesia y no con el cura, él parece que enseñaba muy bien eso de que el compromiso se hace con la Iglesia, se hace con Dios en la Iglesia y no con el cura de turno; yo agradezco mucho mi vocación en gran parte a Juvenal, ciertamente el que llama es Dios, pero de una u otra manera, Juvenal me hizo pensar que el sacerdocio es posible para las personas; hay dos sacerdotes que a mí, podría decir, me marcaron y totalmente distinto uno del otro, uno era el padre Ramiro Estévez y el otro era Juvenal. Y Juvenal me hacía creer que el Señor me podía llamar a mí, si yo soy un ser humano y parece que el sacerdocio es para los seres humanos.
Antiguamente como que sentía que había que ser demasiado, no sé cómo decirlo, celestial no, para ser sacerdote, siendo un don tan grande el sacerdocio, me hizo reconocer que somos personas, somos seres humanos y que el Señor nos llama con nuestras virtudes y con nuestros defectos y dejándonos acompañar por Dios. Así que agradezco en mi vida el paso de Juvenal, el paso de Dios a través de Juvenal”.
La Misa Funeral será transmitida el viernes 25 de junio, por el Facebook Comunicaciones Obispado de Temuco a partir de las 10 horas.